¿Cómo influye la calidad del aire en nuestros pulmones?
Cuando el aire que respiramos es una amenaza ¿cómo nos cuidamos del “asesino silencioso”?
La contaminación del aire y el cambio climático son unas de las mayores amenazas ambientales para nuestra salud y causan alrededor de 7 millones de muertes evitables al año.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado recientemente las nuevas directrices mundiales sobre la calidad del aire, que aportan pruebas claras del daño que la contaminación del aire inflige a la salud humana y advierte que la superación de los nuevos niveles se asocia a riesgos significativos para la salud.
Cada año, alrededor de 7 millones personas mueren a causa de la contaminación del aire, tanto en el exterior como en el hogar, según datos de la OMS. La polución es un riesgo ambiental importante para la salud pública a nivel global. Al reducir los niveles de contaminación del aire, se pueden reducir los accidentes cerebrovasculares, enfermedades del corazón, cáncer de pulmón, neumonía, asma y enfermedades pulmonares obstructivas crónicas.
Vamos desde el inicio…¿qué es la troposfera y cómo se relaciona con la polución?
Nuestro planeta está rodeado de una masa de gases dividida en varias capas según la densidad de estos. La más delgada y próxima al suelo, donde están los seres vivos y se producen los fenómenos meteorológicos, es la troposfera la cual tiene una altitud entre 7 km, en los polos, y 17 km en el ecuador.
Toda la atmósfera es dinámica, se mueve constantemente alrededor de la Tierra, variando su densidad y composición química en función de su altitud.
Lo que nosotros llamamos aire seco está compuesto de un 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno y 1% de argón, además de vapor de agua entre un 0.1 y un 4%. También contiene “gases traza” como el dióxido de carbono o el metano y otros creados tanto por fuentes naturales como por la acción del hombre.
La composición de la troposfera cambia continuamente debido a reacciones que se producen entre las sustancias que la componen, dando lugar a contaminantes secundarios perjudiciales para nuestra salud y el medio ambiente.
¿Qué es la contaminación atmosférica?
Tanto en los países desarrollados como en los que están en vía de desarrollo, la contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud. Se entiende por contaminación atmosférica la existencia de ciertos contaminantes en la atmósfera en proporciones que repercuten negativamente en la salud humana, el medio ambiente y el patrimonio cultural.
El origen de los contaminantes es tanto antropogénico, es decir, originado por la actividad humana, como natural, debido a erupciones volcánicas, incendios forestales y tormentas de arena.
“Se estima que la contaminación del aire fue la causa de 4.2 millones de muertes prematuras en todo el mundo en un año. Esto se debe a la exposición a partículas menores a 2.5 micrones (PM25) que causan enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer.”
Organización Mundial de la Salud (OMS), septiembre 2021
Los contaminantes más frecuentes y sus efectos en nuestra salud
Las partículas en suspensión (PM) son el contaminante atmosférico más perjudicial para la salud. Se trata de partículas tan ligeras que pueden flotar en el aire. Aquellas con diámetro igual o menor a 10 micrones (PM10) pueden penetrar y alojarse en las partes más profundas de los pulmones, pero las más dañinas son las que tienen un diámetro igual o menor a 2.5 micrones (PM25) ya pueden atravesar la barrera pulmonar y entrar al sistema sanguíneo, igual que el oxígeno. Una exposición continuada a estas partículas aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y respiratorias, como el cáncer de pulmón.
Estas partículas se componen de sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio, hollín, polvos minerales y agua.
Un reciente estudio de la OMS titulado «Revisión de la evidencia sobre los aspectos en salud de la polución ambiental» («Review of evidence on health aspects of air pollution») concluye que la exposición a largo plazo a estas partículas puede provocar aterosclerosis, efectos adversos en los partos, enfermedades respiratorias en la infancia. Además habla de una posible relación con el neurodesarrollo, la función cognitiva y la diabetes, y refuerza la idea de que hay un estrecho vínculo causal entre las PM25 y las muertes relacionadas con problemas cardiovasculares y respiratorios.
El ozono (O3) en la estratosfera, una de las capas superiores de la atmósfera, nos protege de la radiación ultravioleta del sol, mientras que cuando está presente a nivel del suelo, en la troposfera, es un importante contaminante muy dañino para la salud humana y la naturaleza.
Se forma cuando la luz del sol reacciona con contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx) procedentes de las emisiones de vehículos o la industria, y los compuestos orgánicos volátiles (COV) producidos por vehículos, disolventes e industrias.
Sus niveles suelen ser más altos en verano y especialmente al final de la mañana y el comienzo de la tarde.
Los efectos del ozono en altas concentraciones:
- corroe los materiales, los edificios y los tejidos vivos.
- reduce la capacidad de las plantas de realizar la fotosíntesis y les impide absorber el dióxido de carbono.
- debilita la reproducción y crecimiento de las plantas.
- provoca la inflamación de los pulmones y bronquios, dando lugar a patologías como el asma.
“Los individuos que tiene mayor riesgo a sufrir problemas respiratorios cuando los niveles de ozono a nivel de suelo son alto, son los niños, las personas mayores y las que tengan asma, insuficiencia cardiaca congestiva, enfermedad de las arterias coronarias y enfermedades pulmonares como la EPOC”
Michael Hernández, M.D. Neumólogo de atención crítica afiliado con Baptist Hospital y South Miami Hospital.
Además del ozono y las PM existen otros contaminantes atmosféricos preocupantes. Los vehículos, industrias, centrales eléctricas… necesitan energía que suele ser obtenida mediante la quema de combustibles. Esto provoca que muchas de las sustancias presentes en la atmósfera cambien de forma dando lugar a sustancias como el dióxido de nitrógeno (NO2) y amoniaco.
Los procesos de combustión liberan otros contaminantes atmosféricos, que van desde el dióxido de azufre y benceno hasta el monóxido de carbono y los metales pesados. Algunos de ellos pueden afectar, de una forma más o menos inmediata, a nuestra salud, mientras que otros se acumulan en el medio ambiente, entrando en nuestra cadena alimenticia y llegando a nuestros platos.
Otros, como el benceno, pueden dañar el material genético de las células y provocar cáncer. La quema de leña y carbón produce benzo(a)pireno (BaP), otro causante de cáncer, además de provocar irritación de ojos, nariz, garganta y bronquios.
Cómo reducir el riesgo a la exposición
«La contaminación afecta a todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo», afirma Marie-Eve Héroux, de la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud.
Aunque la contaminación afecta a todo el mundo, no nos daña a todos en la misma medida y forma. En las zonas urbanas la exposición es mayor. A su vez, los grupos más vulnerables son aquellos que padecen enfermedades cardiovasculares y alergias que afectan a las vías respiratorias, los ancianos y los bebés.
Según el proyecto Aphekom, la contaminación atmosférica en Europa reduce la esperanza de vida unos 8.6 meses por persona.
Para reducir el riesgo de exposición a estos gases invisibles, el Dr Hernández recomienda “poner atención al Índice de Calidad de Aire según su región geográfica. Si este demuestra niveles altos, indicados de color naranja o rojo en el mapa, se deberían de limitar las actividades en exteriores, especialmente aquellas como hacer ejercicio o trabajos que aumenten la respiración. En estos días es recomendable permanecer en espacios cerrados, pero, si no fuera posible, se sugiere el uso de mascarillas para filtrar el aire que llegue a los pulmones”.
La amenaza dentro del hogar: cuidar la calidad del aire en espacios interiores
Una mala calidad de aire no sólo es preocupante en espacios exteriores, especialmente en aquellas personas con problemas cardiorrespiratorios.
La contaminación atmosférica en espacios cerrados proviene de fuentes como chimeneas, calentadores, tabaco, materiales de construcción, mobiliario, productos de limpieza, humedades, animales domésticos y sistemas de refrigeración, más la que proviene del exterior.
El aire exterior puede entrar en un lugar cerrado por infiltración, a través de grietas y rendijas; la ventilación natural, que consiste en el aire que entra por una ventana o puerta abierta; y la ventilación mecánica, que es la que se produce en los sistemas de aire acondicionado o ventiladores con toma de aire exterior.
Algunas recomendaciones para mejorar la calidad del aire en espacios interiores son:
- Evitar que se fume en espacios cerrados.
- Ventilar la casa entre 5 y 10 minutos al día.
- Revisar la instalación de gas periódicamente.
- Mantener limpia la chimenea y quemar sólo en ellas madera seca y sin tratar.
- Evitar humedades.
- Utilice materiales de construcción y muebles que produzcan bajas emisiones.
- Instalar alarmas de humo y monóxido de carbono.
- Ventilar bien el espacio cuando se utilizan detergentes, productos de limpieza que emitan productos químicos al aire.
Es fundamental tomarnos con seriedad el profundo impacto de la contaminación y calidad del aire en nuestra salud. Entre todos, cada uno desde su lugar, debemos abordar el tema y llevar adelante las medidas necesarias para tratar de disminuir la contaminación del aire que avanza lenta y silenciosamente sobre nuestra salud.